1.- Busca información sobre las siguientes obras en prosa de Unamuno y
encuentra la portada de alguna de las ediciones de estos libros:
Niebla
Niebla es una novela (una nivola
en realidad, según la personal terminología del autor) escrita por
Miguel de Unamuno en 1907 y publicada en 1914. Esta novela fue incluida
en la lista de las 100 mejores novelas en español del siglo XX del
periódico español «El Mundo»
La inadecuación del ser humano:Augusto es incapaz de resolver
dilemas cotidianos, como si debe llevar el paraguas. Tampoco puede
hacer decisiones importantes, como si debe casarse, o resolver los
dilemas existenciales, como si existe o no.
La igualdad de la mujer:Augusto cuestiona la igualdad de la mujer. No está seguro si la mujer tiene alma y si puede ser fiel a su palabra; quiere explorar estas dudas.
La metaficción:Víctor y Augusto hablan de la novela o "nivola" que Víctor está escribiendo. Unamuno, a través del personaje de Víctor, explica su teoría de la literatura y lo que es una "nivola".
Realidad o ficción:Como sugiere el título Niebla, esta obra borra la línea entre la realidad y la ficción. Unamuno se mete dentro de la ficción y el protagonista descubre que es sólo un ente de ficción.
La igualdad de la mujer:Augusto cuestiona la igualdad de la mujer. No está seguro si la mujer tiene alma y si puede ser fiel a su palabra; quiere explorar estas dudas.
La metaficción:Víctor y Augusto hablan de la novela o "nivola" que Víctor está escribiendo. Unamuno, a través del personaje de Víctor, explica su teoría de la literatura y lo que es una "nivola".
Realidad o ficción:Como sugiere el título Niebla, esta obra borra la línea entre la realidad y la ficción. Unamuno se mete dentro de la ficción y el protagonista descubre que es sólo un ente de ficción.
La tía Tula
La tía Tula
es una novela escrita por Miguel de Unamuno en 1907, publicada en 1921.
Esta novela fue incluida en la lista de las 100 mejores novelas en
español del siglo XX del periódico español El Mundo.
Es una de las novelas más conocidas de Unamuno. Aunque comparte con
otras novelas el estilo y las preocupaciones habituales del autor, esta
novela incluye como factor diferencial el erotismo, un erotismo sutil y
sólo en escasos momentos explicitado. La trama de la novela se sustenta
en la práctica antropológica del levirato y el sororato en un contexto de represión sexual.
Esta novela narra la vida de Gertrudis, también llamada la Tía Tula, y
los sacrificios que realiza durante su vida para satisfacer sus ansias
de maternidad.
Esta obra es caracterizada por tener como tema principal el amor maternal.
Esta obra es caracterizada por tener como tema principal el amor maternal.
En 1964 el director Miguel Picazo
la llevó al cine en una memorable versión extrapolable a la España
franquista, y que fue uno de los emblemas del cine español de los 60,
con Aurora Bautista en el papel principal junto a Carlos Estrada e Irene Gutiérrez Caba.
San Manuel Bueno, Mártir
San Manuel Bueno, mártir
es una novela escrita por Miguel de Unamuno (1864-1936). Se publicó por
primera vez en 1931, como parte de una revista, y en 1933 se volvió a
publicar en San Manuel Bueno, mártir, y tres historias más. La obra se desarolla en un pueblecito llamado Valverde de Lucerna
El censo de personajes en esta novela de Miguel de Unamuno es
sumamente reducido. Los que monopolizan casi exclusivamente la escena
son el trío compuesto por el párroco don Manuel y sus fieles discípulos,
Lázaro y Ángela. Los nombres propios de personajes son sumamente escasos, al igual que las descripciones físicas de éstos. Don Manuel Aparece en escena con grandes pretensiones. Por un momento parece poseer
todas las características propias de un antagonista: se le presenta
como anticlerical, progresista, partidario de la razón, amante de la
cultura urbana, preocupado por los problemas sociales. Progresivamente,
estos rasgos se van difuminando, y con un evidente esquematismo, de
enemigo se convierte en discípulo amado.
2.- Busca tres poemas de Miguel de Unamuno:
¡Dime qué dices, mar, qué dices, dime!
Pero no me lo digas; tus cantares
son, con el coro de tus varios mares,
una voz sola que cantando gime.
Ese mero gemido nos redime
de la letra fatal, y sus pesares,
bajo el oleaje de nuestros azares,
el secreto secreto nos oprime.
La sinrazón de nuestra suerte abona,
calla la culpa y danos el castigo;
la vida al que nació no le perdona;
de esta enorme injusticia sé testigo,
que así mi canto con tu canto entona,
y no me digas lo que no te digo.
Este buitre
Este buitre voraz de ceño torvo
que me devora las entrañas fiero
y es mi único constante compañero
labra mis penas con su pico corvo.
El día en que le toque el postrer sorbo
apurar de mi negra sangre, quiero
que me dejéis con él solo y señero
un momento, sin nadie como estorbo.
Pues quiero, triunfo haciendo mi agonía
mientras él mi último despojo traga,
sorprender en sus ojos la sombría
mirada al ver la suerte que le amaga
sin esta presa en que satisfacía
el hambre atroz que nunca se le apaga.
En el silencio estrellado
Pero no me lo digas; tus cantares
son, con el coro de tus varios mares,
una voz sola que cantando gime.
Ese mero gemido nos redime
de la letra fatal, y sus pesares,
bajo el oleaje de nuestros azares,
el secreto secreto nos oprime.
La sinrazón de nuestra suerte abona,
calla la culpa y danos el castigo;
la vida al que nació no le perdona;
de esta enorme injusticia sé testigo,
que así mi canto con tu canto entona,
y no me digas lo que no te digo.
Este buitre
Este buitre voraz de ceño torvo
que me devora las entrañas fiero
y es mi único constante compañero
labra mis penas con su pico corvo.
El día en que le toque el postrer sorbo
apurar de mi negra sangre, quiero
que me dejéis con él solo y señero
un momento, sin nadie como estorbo.
Pues quiero, triunfo haciendo mi agonía
mientras él mi último despojo traga,
sorprender en sus ojos la sombría
mirada al ver la suerte que le amaga
sin esta presa en que satisfacía
el hambre atroz que nunca se le apaga.
la Luna daba a la rosa
y el aroma de la noche
le henchía ?sedienta boca?
el paladar del espíritu,
que adurmiendo su congoja
se abría al cielo nocturno
de Dios y su Madre toda...
Toda cabellos tranquilos,
la Luna, tranquila y sola,
acariciaba a la Tierra
con sus cabellos de rosa
silvestre, blanca, escondida...
La Tierra, desde sus rocas,
exhalaba sus entrañas
fundidas de amor, su aroma...
Entre las zarzas, su nido,
era otra luna la rosa,
toda cabellos cuajados
en la cuna, su corola;
las cabelleras mejidas
de la Luna y de la rosa
y en el crisol de la noche
fundidas en una sola...
En el silencio estrellado
la Luna daba a la rosa
mientras la rosa se daba
a la Luna, quieta y sola.
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